viernes, 24 de abril de 2009

3er año: La historia de los Zares de Rusia asesinados durante la Revolución de 1917

Noventa años después de que hayan sido, sin previo juicio, sumariamente ejecutados el Zar Nicolás II de Rusia, su esposa la Zarina Alexandra Feodorovna, sus cuatro hijas las Gran Duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, así como el Zarevich Alexis, en el sótano de la Villa Ipatiev de la localidad rusa de Yekaterinburg (en la región de los Montes Urales), el 17 de julio de 1918, el Tribunal Supremo Ruso rehabilita a todos y cada uno de los componentes de la asesinada Familia Imperial
Recordemos que, en 1979, se descubrieron los restos de los zares con tres de sus hijos, desenterrados en una mina cercana al bosque de Yekaterinburg. Identificados, gracias a los análisis comparativos del ADN con miembros cercanos de la Familia Imperial (entre ellos el Príncipe Felipe, duque de Edimburgo, consorte de la reina Elizabeth II de Gran-Bretaña), los cuerpos fueron oficialmente sepultados con todos los honores en la iglesia de la Fortaleza de los Santos Pedro y Pablo de San-Petersburgo, en 1998.
En el año 2000, la Iglesia Ortodoxa Rusa canonizó a la Familia Imperial.
El año pasado, en 2007, se pudo dar con los restos de otros dos cadáveres a unos 70 m. de distancia de donde se encontraron a los primeros en 1979; fueron identificados este mismo año como siendo los restos del zarevich Alexis y de su hermana la gran duquesa María.




Retrato del Zar Nicolás II

Con el último hallazgo y teniendo los restos de la Familia Imperial al completo, se puede decir que se cierra un largo capítulo sobre el enigma de los últimos Romanov-Holstein-Gottorp, y sobre sus leyendas de supuesta supervivencia de algunos de sus componentes (Anastasia / Anna Anderson, María,...), al menos oficialmente.
Obviamente, la sentencia del Tribunal Supremo Ruso no tiene otra consecuencia que la simbólica: condena el asesinato de Nicolás II y de su familia, calificándolo de asesinato y culpando claramente a los bolcheviques, autores de la masacre. Por tanto, dictamina que la Familia Imperial Rusa fue víctima de una represión injustificada y que su sumaria ejecución fue a todas luces ilegal, tal y como venía reclamando desde hace años los descendientes de la Casa Imperial representados por el abogado G. Lukianov.
De la sentencia se deriva que los parientes supervivientes de la Familia Imperial pueden reclamar una irrisoria indemnización de 10.000 rublos (poco más de 3.000 €) en el caso de pérdida de propiedades inmobiliarias durante el período soviético.
Por otro lado, también se rehabilitan históricamente a unas 700.000 víctimas de la Revolución Rusa y del período Soviético, no así a los que lucharon contra el régimen comunista totalitario como tampoco a los que estuvieron en el bando del Ejército Blanco.

El Informe Yurovski, el encargado del asesinato, un informe de los hechos remitido por Yurovski a sus superiores bolcheviques tras la ejecución, fue encontrado en 1989 y reproducido en el libro El último Zar de Edward Radzisnky (1992).
Según el informe, la noche de la masacre la familia fue despertada y se solicitó que se vistieran. Cuando preguntaron la razón, se les informó que iban a ser trasladados a una nueva ubicación por su seguridad, por la proximidad del Ejército Blanco a Ekaterimburgo y la violencia que ello podría conllevar. Una vez vestidos, la familia y un reducido círculo de sirvientes y ayudantes (el doctor Sergéi Botkin, la doncella Ana Demídova, el cocinero Iván Jaritonov, el lacayo Alekséi Trupp y un perro) fueron llevados a uno de los sótanos de la casa, y se les pidió que esperaran con el pretexto de que iban a hacerles una foto antes de partir. A Alejandra y Alexis se les permitió sentarse en sillas, a petición de la zarina, con la condición de que estuvieran vigilados por guardias. Pasados los minutos, entraron en la habitación los ejecutores comandados por Yurovski. Sin preámbulos levantó el revólver y declaró al zar que el pueblo ruso le había condenado a muerte. El zar alcanzó a balbucear: "¿qué?" y se giró hacia su familia en el momento en que Yurovski le disparó a quemarropa un tiro en la cabeza. Cuando el zar cae muerto, la zarina y su hija Olga tratan de hacer el signo de la cruz, pero son asesinadas con la primera ráfaga de los ejecutores, al recibir disparos en la cabeza. El resto de la familia imperial es asesinada con la siguiente ráfaga, a excepción de Ana Demidova, la criada de Alejandra. Demidova sobrevivió a la ráfaga inicial pero fue rápidamente rematada a bayonetazos contra una de las paredes del sótano, mientras intentaba protegerse con una almohada, repleta en su interior de joyas y piedras preciosas.
El Informe Yurovski añadía que una vez el humo de los disparos permitió ver el resultado de la ejecución con más claridad, se descubrió que algunas de las balas de los ejecutores se habían quedado incrustadas en los corsés de algunas de las Grandes Duquesas. Esto se debía a las joyas y piedras preciosas que las muchachas habían cosido dentro de sus ropas, para evitar que sus captores se las quitaran. Involuntariamente les habían servido de armadura contra las balas. Yurovski escribió que Anastasia y María se acurrucaron contra una pared con las manos en la cabeza, antes de ser alcanzadas por los disparos. Sin embargo otro guardia, Piotr Yermakov, le explicó a su mujer que Anastasia había sido rematada a bayonetazos. Cuando llevaron los cuerpos fuera, una o más de una de las chicas empezaron a llorar, y fueron rematadas con golpes en la cabeza, según escribió Yurovski